Los Niños Santos de Maria Sabina

17.02.2020

María Sabina, (1894-1985) "la mujer del Libro Blanco" como la nombraba Juan Rulfo, o "la sabia de los hongos" fue una curandera de la etnia mexicana indígena mazateca, al sur de México en el estado de Oaxaca que, sin proponérselo, se convirtió en una celebridad nacional e internacional, debido a su extenso conocimiento en el uso ceremonial y curativo de los hongos alucinógenos que usualmente crecen en su natal Oaxaca.

María Sabina Magdalena García, chjota chjine (la que sabe) nació el 17 de marzo de 1894 en Río Santiago, municipio de Huautla de Jiménez, Oaxaca, Sus padres fueron Crisanto Feliciano y María Concepción. Tuvo una sola hermana, María Ana, dos años menor que ella. Su padre murió poco después de haber nacido María Ana. Al quedar viuda, María Concepción volvió a casa de sus padres, con sus dos hijas. Ya entonces estaban instalados en el Cerro del Fortín, junto a Huautla, donde María Sabina pasó prácticamente el resto de su vida. El abuelo y el bisabuelo de María Sabina fueron notables chamanes mazatecos, también su tía y tío abuelos. Maria recibió desde muy joven una educación rigurosa sobre el uso de plantas y hongos. Hasta hoy, los Mazatecos conservan su propia lengua y se reparten en tres poblados principales: Teotitlán del Camino; Mazatlán de las Flores, y su capital, Huautla de Jiménez.

Durante su dura infancia la niña ayudaba a la cría de gusanos de seda, de pollos, de cabras, siembra del maíz y del frijol, aprendió a coser, lavar, barrer, hacer tortillas... vivió siempre en un entorno de pobreza material.
Cuando tenía seis o siete años presenció por primera vez una ceremonia de hongos sagrados Ofició la velada el sabio Juan Manuel, para curar a Emilio Cristino, tío de la niña. Días después María Sabina y María Ana reconocieron en el campo los hongos que había comido Juan Manuel: con ello descubrieron un juguete y un pan.

 En junio de 1955, el investigador etnomicólogo y antropólogo estadounidense Robert Gordon Wasson, que venía realizando un estudio sobre el uso de los hongos en diferentes culturas desde 1927, asistió por primera vez a una velada cantada por María Sabina en Huautla, y a invitación de ella ingirió los hongos divinos y quedó pasmado

Después, el canto de la chamana se alzó en frases ópticas, las formas repercutían sonidos, se palpaba el olor, se gustaba el color, y la criatura entera se licuaba, voz y ritmo, en armonía con la música de las esferas.

Aquella noche María Sabina bailó su danza de poder y ante los ojos de los extranjeros danzaron interminablemente formas de vivos colores, unas salidas de otras, un ramillete de flores que se transformó en un carruaje imperial tirado por criaturas sólo concebibles en la mitología imaginaria, tapices, brocados, esculturas, arquitecturas en las que no cabía la sencillez. 

    

Gordon Wasson no sólo desobedeció la advertencia de Sabina de no mostrar a nadie las fotografías tomadas durante la velada, sino que las publicó en la revista norteamericana Life quien en el número correspondiente al mes de Mayo de 1957 presentó el reportaje: "Culto a los hongos sagrados".
El autor, queriendo cumplir con parte de su compromiso con María Sabina de no revelar los secretos del uso del teonanácatl sagrado -como le llaman los indígenas a los hongos alucinógenos- dijo que tal experiencia había ocurrido en la Sierra Mixteca de México, con una curandera de nombre Eva Méndez. Más tarde Robert escribió: El hongo maravilloso: Teonanácatl Micolatría en Mesoamérica. 

A partir de allí comenzó a publicar sus experiencias en revistas y libros, e inclusive un disco que registra los cantos de Sabina durante una ceremonia ("Mushroom Ceremony of the Mazatech Indians of Mexico", 1957. Smithsonian Folkways Recordings); otro libro escrito por Wasson es titulado: "The Wonderous Mushroom"; uno de los hongos empleados en las ceremonias del "Hongo Sagrado", antes no habían sido clasificado, por lo que lo catalogó como psilocibe wassonni.

Maria Sabina murio a causa de una tromboembolia pulmonar el día 22 de noviembre de 1985, a la edad de 91 años. Fue guía de santos y profanos, no negándose jamás a nadie. María Sabina nunca dejó de vivir en la más extrema pobreza. Vivió siendo un mito, y murió como vivió: en la miseria, aunque tuvo las llaves del reino espiritual de la riqueza. 

      

La sabia de los hongos atendió siempre con su buen hacer la visita de médicos y psicólogos vanguardistas interesados en su saber como curandera y en las formas de utilizar los hongos sagrados dentro del contexto terapéutico occidental.

El Dr. Albert Hofmann, el químico suizo que años antes había descubierto la LSD le interesó el fenómeno de Maria Sabina. Contacto con Wasson e hicieron viaje a Oaxaca para recolectar diversas muestras de teonanácatl. Hofmann las analizó en su laboratorio de Suiza y logró aislar los principios activos del Psilocybe mexicana, a los que llamó psilocina y psilocibina. Hofmann estaba tan agradecido con María Sabina por su hospitalidad y cooperación que pensó en retribuir su gentileza regresando a Huahutla con un regalo insólito: cápsulas de psilocibina pura. María Sabina tomó las cápsulas y -según Hofmann- se mostró complacida y señaló la similitud de sus efectos, aunque no por ello dejó de usar sus hongos.

Bloguera colaboradora
MARIA MERCEDES 

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